Las carillas dentales son finas láminas de porcelana que se colocan cubriendo la parte exterior de los dientes.
Su espesor oscila entre los 0,3 y el milímetro de anchura y se unen al diente mediante un producto adhesivo que las deja fijadas. Siendo aparte un tratamiento poco invasivo, ya que para su colocación no hay que dañar la pieza ni pulirla demasiado.
La duración media de las carillas supera los diez años (en torno a 12) y en caso de rotura o despegue volver a colocarla es algo sin demasiada complicación. El paciente puede masticar sin problema, evitando los alimentos excesivamente duros.
En principio cualquiera puede usuarlas, excepto los pacientes con apiñamientos severos. Tampoco están recomendads para bruxistas, por el riesgo de romperlas.
Para colocarlas, el diente receptor deberá ser levemente pulido (entre 0,3 y 0,5 milímetros) para que la carilla no sobresalga. Se realizarán unos moldes para hacerlas a medida del diente del paciente que antes de ponérsela tendrá que someterse a una prueba de adaptación, que en caso de ser satisfactoria dará paso a la colocación con el pertinente adhesivo.
Existen carillas de Composite (el mismo material con el que se realizan los empastes) y de porcelana (que son más resistentes y se deterioran menos con el tiempo).
Hay que remarcar que las carillas dentales son sólo un procedimiento de estética dental y que los problemas de salud no los soluciona, así que antes de ponerse carillas a veces hay que tratar otros problemas. ;)
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